viernes, 26 de noviembre de 2010

Cantabria abraza a la poesía portuguesa

Fernando Echevarría, cabezonense de nacimiento y uno de los mayores escritores contemporáneos en esta lengua, recibirá este fin de semana honores institucionales

Casi cuatro décadas después, regresa a su tierra de nacimiento el poeta portugués Fernando Echevarría. A Cantabria. El ganador del premio Sophia de Mello Breyner 2007, la más alta consideración dentro del ámbito de la poesía en la lengua de Camoes por su antología 'Obra inacabada', y una de las mayores personalidades de la literatura contemporánea en portugués, según quedó constancia en el acta del jurado, nació en Cabezón de la Sal un 26 de febrero de 1929, ya hace 81 años.
Este año acaba de recibir otra prestioso galardón, el premio de la Crítica, que concede la Asociación Portuguesa de Críticos. Su madre era natural del municipio de Udías y su padre un monárquico portugués exiliado. A los dos años se trasladó con su familia a Portugal. Reside en Oporto, la segunda ciudad más poblada del país vecino. La asociación Sol Cultural ya intentó rendir homenaje a Echevarría en el pasado mes de abril, pero una enfermedad impidió que se celebrara el acto, que finalmente cobrará carta de naturaleza este fin de semana, primero con un homenaje institucional mañana sábado, promovido por la Consejería de Cultura en la Sala Griega del Palacio de Festivales (12.30), y al día siguiente, domingo, un acto abierto al público en Espacio Espiral, en Menéndez Pelayo, 8 (18.30). Cantabria salda su deuda con un hijo predilecto. Los vínculos de uno de los poetas en lengua portuguesa más influyentes de las últimas décadas, los explica el propio escritor: «Mi madre, que se llamaba Ana María Echevarría Palacios, era de La Hayuela, en Udías. De ese pueblo era mi abuelo materno».
Su progenitor, en cambio, era luso: «Mi padre era natural de Grijo, muy cerca de Oporto, y era monárquico. El Rey Manuel II abdicó en 1910 y se proclamó la República portuguesa. En 1918 se produjeron unas revoluciones promonárquicas y mi padre tuvo que exiliarse a España, con el reinado de Alfonso XIII. Se instaló en Cantabria, entonces provincia de Santander, y trabajó de ebanista». Su padre era amigo de sus tíos de La Hayuela y allí conoció a su madre, «una mujer muy bella, de pelo castaño, de la que se enamoró perdidamente». La pareja se casó y se trasladó a vivir a Cabezón de la Sal. Fernando fue el mayor de cinco hermanos, pero el único en nacer en España. Su padre era tan monárquico que cuando se proclamó la II República en 1931 optó por volver a Portugal, esta vez con su esposa y primer hijo cántabros. La nación lusitana vivía los primeros años de la dictadura salazarista. «Sí, es verdad, pero era una república muy especial porque hizo un juego político con los monárquicos. Prometió que volvería la monarquía, como luego hizo Franco en España. Todo era una mentira, pero mi padre se acomodó finalmente a la situación, porque era un hombre de derechas, de orden, muy católico».
Ana María Echevarría, su madre, fallecería joven en 1939. Cuando el poeta llegó a Portugal se llamaba Fernando Ferreira Echevarría, «pero al obtener la nacionalidad portuguesa cambió el orden de los apellidos porque en mi país el primero corresponde al de la madre». Desconoce si mantiene la nacionalidad espeñola: «Lo desconozco si le digo la verdad. A mi edad, ya no sé si merece la pena entrar en tramitaciones burocráticas. Pero me siento tan español como portugués. Un ibérico. Los grandes escritores lusos del Siglo de Oro como Gil Vicente y Camoes escribían también en español. Camoes siempre defendió una unidad más amplia, una unidad ibérica».
Echevarría estuvo exiliado varios años durante el salazarismo. Nunca se reclamó como católico progresista. «Fui un activista de la oposición, pero ese término lo inventó el PCP (Partido Comunista Portugués) para separar a los católicos del catolicismo. Me bastó con ser católico para combatir el régimen ultraconservador de Salazar, que sumergió a Portugal en un enorme retraso social. En 1974, poco antes del 25 de abril, había un mandato para detenerme en todas las fronteras portuguesas. En el exilio estuvo desde 1961 a 1963 en París y de 1963 a 1966 en Argel».
Entre 1970 y 1973 pasó unas vacaciones en España, y dos de los veranos fue a Santillana del Mar, «que es lo que más me gustó», las Cuevas de Altamira, «cuyas pinturas rupestres son de una emoción inexplicable y de una modernidad absoluta». Fue a Cabezón de la Sal y «me enseñaron la casa donde nací, aunque no recuerdo el nombre, pero donde estuve más tiempo fue en Comillas. Me encanta por el mar y recuerdo que había una casa guapísima de Gaudí (por El Capricho). El proyecto del Centro Internacional de Estudios Superiores del Español en la antigua Universidad Pontificia le parece una idea completamenmte acertada: «Cuanto me gusta la idea. La lengua del futuro será el español, por delante del inglés».
¿Por qué España y Portugal han estado alejados durante siglos? Su respuesta es diáfana: «Cuando mi país se desmembró de España durante el reinado de Felipe II, la cultura portuguesa es de importación, especialmente de Francia, y pierde una parte de sus raíces ibéricas. Por eso hemos vivido de espaldas».
Su formación literaria la hizo en España, y de hecho empezó a escribir con interés en español. En su primer libro de poemas 'Entre dos ángeles', publicado en 1956, tuvo que traducir algunos al portugués. Su formación toma como referencia el Siglo de Oro, la Generación del 98 y la Generación del 27, en especial Pedro Salinas y Jorge Guillén.
Fernando Echevarría ha leído a autores de su tierra de nacimiento. De Gerardo Diego opina que los 42 sonetos que integran 'Alondra de verdad', «contienen una magnífica poesía». José Hierro le interesó menos porque su formación ya estaba casi hecha. A quien lee en esta etapa a la que alude es a Marcelino Menéndez Pelayo: «Yo estudié Humanidades en Portugal y Filosofía y Teología en España. Él era un gran conocedor de la literatura alemana y por ahí me vino su influencia. Hay que distinguir entre conservador y tradicionalista, y Menéndez Pelayo era un tradicionalista como lo entendía Unamuno. Lo que entrega una generación a otra hace que las ideas se mantengan vivas. No es un concepto negativo. Es más, entiendo que es la única forma de ser progresista». De José María de Pereda dice: «Era un escritor regionalista o costumbrista. No me aportó nada».
Sobre la decepción que hubo después de la Revolución de los Claveles ofrece su opinión: «En 1975 hubo una nueva dictadura urdida por el PCP y los militares comunistas, y pusieron en la presidencia de la República a Costa Gomes, un hombre de paja No querían que se convocasen elecciones, mandaron armas a Angola y recibieron ayuda cubana. Se produjo una reacción contra esa dictadura y en 1976 se restableció la democracia, bajo el consenso de los dos grandes partidos».

No hay comentarios:

Publicar un comentario